martes, 19 de diciembre de 2006

Haciendo Historia

En el año 1997 recibí el obsequio de un libro titulado "Señor, sana mis Heridas" de la escritora cristiana Kay Arthur, de parte de mi hermana Soledad de Moncada, una gran amiga. Debo ser sincera en decir que solamente leí un poco del libro y lo deje de lado, no por desinterés sino porque estaba desarrollando el estudio de otro libro.

A comienzos del años 2000, me encontraba en la ventana de mi oficina mirando a cada una de mis compañeras de trabajo, varias de ellas cristianas hijas de Dios y otras tantas no creyentes, pero todas con algo en común, "Eramos mujeres que estabamos pasando por periodos de pruebas con muchas cargas y heridas espitrituales".
Aun no puedo olvidar que esa misma semana, sentada en mi habitual banca de la Primera Iglesia Bautista del Callao donde congrego y con el corazón dolido por los momentos difíciles que pasaba en mi hogar, miré a varias hermanas que al igual que mis compañeras de trabajo estabamos heridas con una gran necesidad de ser sanadas. Ese día al finalizar el servicio se me acercó una hermana y me dijo: "Mechita, estoy muy herida". Bastaron esas palabras para darme cuenta que Dios tenía un propósito para mi vida.
Fue en ese momento que recordé el libro que había dejado pendiente en la biblioteca. ¡Era el remedio que necesitabamos!... y no dudé el tomarlo al llegar a casa y empezar a desarrollar éste devocional mediante el cual Dios por medio de su bendita palabra me mostró que El es un Dios Sanador dispuesto no sólo a sanar mis heridas, sino la de toda mujer con desesperanza en su corazón, que por años va cargando su dolor.
Fue cuando en una oración salida de lo mas profundo de mi corazón, postrada ante los pies de mi Padre le dije: "Señor, úsame como un instrumento de tu mano sanadora no para mi gloria sino para glorificar tu Nombre, para que en la vida de todas estas mujeres tu amor sea derramado y tu Palabra sane cada una de esas heridas".

Ese mismo año 2000 iniciamos la primera "promoción" de este estudio con mis hermanas Emilia de Casas, Noemí de Vargas y Rosa de Motta quienes nos reuniamos fielmente cada lunes. El devocional que se debe realizar en trece semanas lo desarrollamos en seis meses, durante los cuales Dios sanó nuestras heridas, nos mostró su amor, e hizo maravillas entre nosotras bendiciendo nuestras vidas.

¿Quién diría que a partir de ese momento, después de 7 años 49 hermanas de la Primera Iglesia Bautista del Callao hemos recibido la sanación de nuestras heridas?¿Quién diría que en breve iniciaremos la décima "promoción" de hermanas? Jehová Rafa "El Dios Sanador" ha sido tan fiel con nosotras que a través de la Biblia, que es su revelación perfecta y completa ha sanado nuestras heridas y nos ha entrenado para soportar a las que vengan mientras dure nuestro peregrinaje aqui en la tierra.
Y sigo aquí de pie, por la gracia de mi Señor que me tuvo por digna de encargarme este ministerio con toda mujer que necesite ser consolada y sanada con el bálsamo curativo que es Su Palabra, gracias a El por poner ese deseo y pasión en mi vida para estar dispuesta a ser usada por mi Señor en lo que El quiera con un clamor que sale del corazón y le dice: "Heme aquí, Envíame a mi".

Agradecimiento: A la Hermana Kay Arthur por escribir este precioso devocional, que nos enseña a escrudiñar las Escrituras, a quien amamos sin conocerla, de quien hablamos familiarmente como la "Hermana Kay", cuando nos referimos a ella. Dios bendiga su Ministerio, su familia y siga siendo el instrumento de Dios en todas partes en donde se vende este libro..

1 comentario:

Almalibre dijo...

Hermana Mercedes: Nuestro Buen Padre continúe usando tu valiosa vida para que sigas siendo Sus Manos Sanadoras, sigas hablando Sus Palabras de consuelo y ministres con sabiduría uno de los excelentes ministerios del Espíritu Santo: Consolación por medio de la poderosa Palabra de Dios. Hay mucho dolor en este mundo y no es fácil que la gente lo reconozca, solo por Su Gracia se abre a la sanidad interna. Un fuerte abrazo en el espíritu, comparto ese ministerio contigo.
Almalibre